lunes, 13 de junio de 2011

De la historia de Jimmy al blog de Amina Arraf

Hace unos 20 años, The Washington Post reconoció que el reportaje de la periodista Janet Cooke, basado en un niño de ocho años, Jimmy, adicto a la heroína, era una falsa historia. Ese Jimmy no existía y la imaginativa Cooke debió devolver su premio Pulitzer, no sin antes decir que en la vida real había muchos niños como Jimmy. Un triste ejemplo de engaño.

Otro más próximo, el de Jayson Blair, el periodista de 27 años que conmocionó a The New York Times por plagiar e inventarse nombres y hechos en decenas de reportajes. Copiaba y pegaba lo publicado por otros medios, el sufrimiento de unos padres, cuyo hijo murió en la guerra… Blair no mostró arrepentimiento, incluso escribió un libro.

Estos días un escándalo sobre la credibilidad bloguera sacude las redes sociales. El perfil y los posts de la joven siria Amina Arraf, perseguida en Damasco por su condición sexual es, en realidad, el resultado de la imaginación de Tom MacMaster, un estadounidense, estudiante de un Master en la Universidad de Edimburgo desde donde inventó el personaje y posteaba incluso su detención y lo que es más grave, probablemente ha ocultado, despreciado a todas las Aminas que sufren de verdad.

Parece que la mentira está de moda. En la noche temática de TVE anuncian un reportaje sobre el tema, reconozco que sentí un escalofrío al ver en el avance a Enric Marco, el falso deportado al campo de Flossenburg, descubierto por el historiador Benito Bermejo, después de que presidiera durante años L’Amical de Matthaussen e impartiera cientos de conferencias en las que relataba su experiencia en un campo de concentración, en el que nunca estuvo.

Jugar con el sufrimiento ajeno, adoptar una falsa identidad cualquiera que sea el lugar o el tiempo histórico produce copistas, guionistas, blogueros que inventan personajes y situaciones y favorecen lo que se conoce como “la información bajo sospecha”.

Interdiversity

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